Cómo introducir alimentos que rechaza
El rechazo a alimentos desconocidos se conoce con el nombre de «neofobia alimentaria». Consiste en el miedo a probar alimentos nuevos o que resultan desconocidos o no se reconocen.
La neofobia alimentaria es una etapa más o menos habitual en la infancia. Algunas veces se desarrolla de manera suave o sutil, y en otras ocasiones evoluciona de una manera más brusca y contundente. Sea como sea la fase, se considera habitual y normal dentro del desarrollo infantil entre los dos y los seis años de edad. A menudo encontramos niños que alargan esa etapa. Esto no debe alarmarnos especialmente si no hay una restricción grave de grupos enteros de alimentos, si el consumo total es suficiente para el desarrollo del niño y si no imposibilita tener vida social, salud emocional o un correcto crecimiento.
Por otro lado, hay niños que rechazan algunos sabores, algunas texturas… Es importante diferenciar cuando a un niño no le gusta alguna comida de cuando rechaza grupos enteros de alimentos, lo que compromete su estado de salud.
Según los estudios, los niños a menudo se forman una idea de cómo será el sabor de un alimento por su aspecto. Es frecuente que rechacen colores verdes y sabores amargos; este mecanismo se ha estudiado como un mecanismo de seguridad. Además, si un alimento tiene un sabor muy distinto al que se ha formado en su imaginario después de sentir el olor o de ver el alimento, es probable que también sea rechazado con facilidad.
¿Qué favorece tener éxito en la mesa con niños que rechazan alimentos?
1. Los colores, las formas o los emplatados alegres
2. Un ambiente alegre entorno a la mesa
3. Participar en la preparación y pactar recetas
4. Presentar varias veces los alimentos
5. Incorporar verduras o vegetales en los menús festivo
Primeros pasos en la introducción alimentaria
En la etapa de pasar de lactancia exclusiva a alimentación complementaria se recomienda evitar preparaciones que mezclen todos los sabores y texturas, como los purés de verduras variadas o los purés de frutas variadas. Se recomienda ofrecer los alimentos que puedan ser reconocidos en sabor, imagen y textura.
En la etapa infantil y la adolescencia se recomienda ofrecer hasta en ocho o diez ocasiones distintas un alimento para favorecer que se convierta en familiar y no se rechace por desconocido. Asimismo, se recomienda ofrecerlo en un momento del día en que tengan apetito y no combinarlo con varios alimentos considerados difíciles para el niño. En esas pruebas se recomienda ofrecer los alimentos en diferentes formatos o recetas, texturas, formas y temperaturas.
Por ejemplo, en el caso del calabacín, es posible presentarlo como:
1. Puré de calabacín
2. Tortilla de patata y calabacín, tortilla de calabacín pelado, tortilla de calabacín sin pelar
3. Láminas de calabacín a la plancha
4. Calabacines rellenos al horno
5. Espaguetis de calabacín con tomate
6. Pisto de verduras
7. Rodajas de calabacín crudo con hummus
¿Qué hacemos si le hemos estado escondiendo los alimentos que rechaza en las recetas?
Con frecuencia las familias se las ingenian para camuflar los alimentos rechazados en las preparaciones de la familia con el objetivo de conseguir que los coman y favorecer una alimentación saludable.
Resulta comprensible y debemos ser conscientes de que adoptando esta estrategia no conseguimos que aprendan a comer, sino que más bien atrasamos el problema. Además, en el caso de las verduras, difícilmente conseguiremos esconderlas en las recetas en la cantidad recomendada (la mitad de la ingesta aproximadamente debería ser de verduras u hortalizas).
Para desatascar el asunto, recomendamos hablar con el niño y explicarle la situación y el objetivo de «nuestro engaño». Es muy importante que no sienta que es un engaño, sino que ha sido nuestra manera de ayudarle. Por ejemplo: «Nos han explicado que tenemos que comer más verduras en casa. Hasta ahora la he estado escondiendo porque te costaba mucho y de esta manera conseguíamos hacerlo bien más fácilmente. ¿Has notado las verduras que había en las lentejas?».
Tendremos que informarle de que, a partir de ahora, hay que aprender a comer verduras; que podemos seguir camuflándolas, pero que de vez en cuando las verá porque no siempre es posible hacerlo.
Si seguimos escondiendo las verduras, se recomienda que sea diciéndolo para evitar o desactivar el rechazo a la idea del alimento. Es una manera de iniciar la educación en alimentación saludable, ya que el mensaje que transmitimos es que hay que comer verduras y que lo está cumpliendo.
Si ponemos en marcha todas las estrategias y sigue rechazando los alimentos, ¿qué hacemos?
Es importante seguir ofreciendo los alimentos, aunque en poca cantidad para evitar tirar alimentos.
Servir en los platos todos los alimentos ofrece al niño el mensaje de qué deberíamos comer, lo que ya es un gran paso. En caso de que lo rechace, es importante no recurrir al castigo. Podemos mostrar indiferencia y poner límites; debe dejar el alimento en su plato y no tirarlo o sacarlo de allí. Con esta estrategia conseguiremos que haya cierta tolerancia al alimento: se familiariza con el aspecto, el olor y, si se mezcla con otros alimentos, de alguna manera también con el sabor. Tarde o temprano, alguno de los alimentos rechazados durante una época acaba siendo aceptado.
Lo que sabemos seguro es que, si evitamos servir el alimento rechazado, seguirá siendo siempre ese alimento desconocido y es probable que nunca tenga la oportunidad de acercarse y experimentar.
Referencias bibliográficas:
Dovey TM, Staples PA, Gibson EL, Halford JCG. Food neophobia and 'picky/fussy' eating in children: a review. Appetite. 2008;50(2-3):181-93
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Białek-Dratwa A, Szczepańska E, Szymańska D, Grajek M, Krupa-Kotara K, Kowalski O. Neophobia—A Natural Developmental Stage or Feeding Difficulties for Children? Nutrients. 2022;14(7):1521.