Los tratamientos de la obesidad infantil

El tratamiento de la obesidad infantil se ha de centrar en todos los aspectos que predisponen a la aparición del exceso de peso. Por tanto, la terapia tiene que ir más allá de los cambios en la alimentación y el aumento de la actividad física, y se deben incluir los hábitos de sueño, el uso de pantallas o la gestión de las emociones, entre otros factores:

Frutas
Mejora de la alimentación

Es necesario centrarse en una correcta selección de alimentos y reducir o limitar el uso de alimentos ultraprocesados, así como adaptar las cantidades de alimento a las necesidades de cada niño o adolescente. El equilibrio alimentario es fundamental para conseguir que los menús incluyan todos los nutrientes que cubran las necesidades nutricionales de estas etapas.  
Es importante evitar intervenciones agresivas o que impliquen una importante restricción energética, pues no suelen ser eficaces para conseguir los cambios de hábitos de alimentación ni a nivel individual ni familiar.

Sueño
Cronobiología

Se basa en garantizar las horas de sueño según la edad. Estas pueden variar entre 10-13 horas en niños de 3 a 5 años, 9-12 horas en niños de 6 a 12 años y 8-10 horas en adolescentes. Para conseguirlo, es necesario establecer una rutina de sueño y evitar el uso de pantallas en la hora previa a ir a la cama. También es recomendable adaptar los horarios de las comidas, con un espacio de unas 2 horas entre la cena y el momento de ir a dormir.

Emocional
Regulación del estado emocional

Existen causas emocionales que acompañan a la obesidad infantil. La baja autoestima, el estrés o la ansiedad pueden desencadenar una peor relación con la comida, por lo que será necesario trabajar estos aspectos mediante una terapia emocional que facilite y acompañe el proceso de cambio.

Fármacos
Tratamiento farmacológico

El uso de fármacos en niños y adolescentes es limitado, tanto por el número de fármacos aprobados como por la edad de aplicación. Uno de los fármacos utilizados son las incretinas, que actúan sobre los receptores en el páncreas, el intestino y el hipotálamo, induciendo la sensación de saciedad y la reducción del apetito; sus efectos adversos más frecuentes son gastrointestinales. Las biguanidas son otro tipo de fármaco, pero solamente están aprobadas en el caso de que exista diabetes mellitus tipo 2 asociada a la obesidad. 

Debe tenerse en cuenta que los hábitos saludables son el pilar del tratamiento de la obesidad y que los fármacos siempre van a ser un tratamiento coadyuvante para ayudar a alcanzar los objetivos.

Referencias bibliográficas:

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